Hoy recuerdo con añoranza, aquellos lejanos días del Confinamiento.
Durante aquella oscura época de recuerdos malditos, nuestras salidas eran tranquilas.
Mi escudero Vicente estaba por aquel entonces, más acabado de que los Pecos.
Tiraba menos que un perro trapo.
Tenía menos fuerza que el pedo una monja.
En cambio, Mosquito, el Rey, estaba fuerte.
Tenía energía de sobras para abastecer la ciudad de Estocolmo y Reykiavic con la potencia generada por sus piernas.
Aquellos olvidados días eran suaves, relajados.
Mosquito respetaba la forma física de su Vasallo.
Mosquito esperaba lo necesario a su compañero de batallas.
Pero ojo al dato, ojo al dato.
Ahora los tiempos han cambiado.
El confinamiento ya es historia.
La debilidad de Vicente se ha convertido en poderío, bravura, tenacidad, inconsciencia, prisa.
Ahora no hay amigos.
Ahora no se espera a nadie.
Vicente monta a lomos de Mondraker y se transforma.
Sus ojos se tornan rojos.
Sus pensamientos viscerales.
Así pues, lo que pudo ser una salida plácida, fue todo lo contrario.
Desde el minuto 0 las venas de las piernas de Vicente emanaban sangre a borbotones.
Los latidos de su corazón marcaban un himno militar de tiempos de guerra.
Su respiración parecía la de un búfalo en época de celo.
De aquí que los PRs aparecieran en todos los lugares.
Incluso copas rellenaron nuestras vitrinas de Strava.
Pero lo grave, lol realmente incomprensible, es que aquel ser convertido en animal salvaje, no reconocía sus prisas.
No creía ir a un ritmo supersónico.
Así que amigos, las alegrías de Esparta ya son historia.
Quizás lleguemos siempre sangrantes a nuetros castillos a partir de ahora.
¡Cuidado!, un animal anda suelto.
La ruta y el perfil...
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Veloces.
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