Hoy hemos apostado por un reto que llevábamos tiempo descuidado.
Siendo Sábado en el día del Señor, no Domingo, las cosas tenían que ser diferentes.
Así que Vicente y Mosquito, se deciden a lanzarse al Castillo de la Pobla de Claramunt.
Cogen un ritmo chino-chano que les ayude a llegar en buenas condiciones.
No querían llegar extasiados.
Y resulta que de tan relajados que han ido, ni se han dado cuenta cuando ya estaban en ña Pobla de Claramunt.
Sin duda, sus musculaturas están en un nivel óptimo.
Son capaces de aferrarse a cualquier ruta, por dura que esta parezca.
En la posada de la Pobla nos han metido un sable cruzado al cobrarnos más que en una marisquería.
Y eso que sólo hemos tomado unas tortillas con algo de líquido.
Sin duda, pegaremos fuego al chamizo por tal ofensa a la corona de Esparta.
Retornamos a nuestras moradas y fíjate tú.
Vicente me la tenía guardada.
Aprovechando que me ha dejado casi en la portonada de mi castillo, él se ha lanzado a sumar kilómetros y desnivel a mis espaldas.
Sin duda quiere ponerse más fuerte que el vinagre, pero quiere hacerlo en secreto, cuando nadie mira.
El caso es que la ruta ha sido espectacular.
El sol empieza a marcar nuestras pieles blanquecinas.
Habrá que empezar a poner crema solar y aumentar los líquidos en las rutas.
Casi llegando al Castillo, teníamos que ir adivinando el camino a seguir, utilizando cualquier cosa que encontrábamos en el camino, como esta chapa rayada...
Ya en el Castillo de la Pobla de Claramut...
En la posada de ladrones, donde lo hemos dado todo por disfrutar de la jornada...
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Rutón.
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