La noche nos aguarda impaciente.
El bosque anhela nuestra compañía.
Los senderos permanecen ocultos, pacientes.
Los árboles susurran nuestros nombres.
Así que no había excusa para que las aves nocturnas realizaran un nuevo vuelo por la Comarca.
Nuestro aleteo excitaba a la espesura del bosque.
Nuestro vuelo rasante despegaba la humedad de los troncos, piedras y raíces.
Todo cobra vida de nuevo a nuestro paso.
Todo coge color y huele a esperanza.
Como siempre, los gorriones, aves depredadoras nocturnas, disfrutamos de la ruta migratoria.
Mosquito sigue en fase de recuperación anímica-física-psíquica.
Aún no acaba de encontrar aquella fuerza del águila imperial, señorial, poderosa.
Aún jadea cual jabalí tras los matojos en cada rampa.
Vicente me anima con fragmentos de su biblia de la vida que elevan mi espíritu más allá de mi sufrimiento.
Me inculca lecciones de autoestima y superación al alcance de los lamas del Tibet.
Gracias a sus palabras, este ave nocturna sobrevuela un día sí y otro también, los prados y pastos de Esparta.
Vicente, con su coraje infinito y fuerza inagotable, marcan el devenir de esta pareja en tiempos convulsos.


1 Reacciones:
Sufriendo y disfrutando a partes iguales.
Publicar un comentario