Hoy me toca patrullara a solas una vez más.
Mi fiel escudero me ha vuelto a fallar.
Ya estoy acostumbrado, falla más que una escopeta feria.
Pero eso no me ha impedido realizar profesionalmente mi cometido.
He salido a la caza de Orcos pero la sesión me ha deparado otras sorpresas.
Primero erré en mi intención de cruzar la Riera Gran de Abrera.
Pensé que estaría seca, pero nada más lejos de la realidad.
La Riera bajaba llenita de agua y los charcos y barrizales eran continuos.
Incluso tuve que cruzar algún barrizal a pata.
También me topé después con una espesura amazónica no frecuente.
Los senderos desde el Puente del Diablo hasta Esparta por la zona del Rio estaban atestados de hierbas que impedían la visión del camino.
Era tal la cantidad de hierbas, que ni con machete me abría paso con facilidad.
Todo ello me obligó también a meter la cadena en mi roldana grande un par de veces por cambiarse ésta del piñón estrecho al piñón ancho.
Tanto hierbajo tiene esas penalizaciones.
Al final, me lo he pasado bien, pero he parado bastantes veces por los imprevistos del día.
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Terreno salvaje.
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