De nuevo acudimos Vicente y un servidor a nuestra cita con la noche.
Ataviados de los ropajes idóneos, pertrechados de las armas necesarias, nos adentramos en la oscuridad de Esparta.
Los Orcos no nos dan miedo.
No tememos a los Trasgos.
Los Nazguls no nos asustan.
Odiamos a los Uruk Hai.
Sólo de esta manera saldrían 2 intrépidos guerreros con antorchas a surcar el ocaso del día.
Cuando todas las criaturas del averno deciden salir a realizar sus fechorías.
Y hasta la fecha, sólo nosotros 2 nos atrevíamos a combatir con todas ellas por la paz.
Pero ya vimos el martes que otros pretorianos se unieron a nuestra noble causa de salir en la oscuridad a combatir el mal.
Y hoy se ha repetido de nuevo.
Nos hemos topado con otros 5 valientes y aguerridos combatientes de la oscuridad.
Por nuestra parte hemos gozado de la salida a la vez que hemos sufrido.
Vicente siempre está reventado, pero nunca le descubres porqué lo dice.
Siempre pegado a tu espalda no deja que el aire corra entre nosotros.
Sin duda, su cansancio es el del Dios Poseidón.
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Nocturna rápida.
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