Salimos 2 Corsarios y 2 Platicos, algo que se está convirtiendo en algo habitual en los últimos tiempos.
Manuel decidió la ruta base y Mosquito le dio su toque personal.
Vicente y Jose se adaptaban a la ruta sin quejas, sin problemas. Que tios más majicos, cero quejas, cero problemas.
Así que, la ruta original de Manuel, pronto sumaría desnivel desde el mismo inicio, cosa que pareció no gustarle mucho, aunque una vez en su castillo, presumía de rutón ante su Reina.
Al principio había alguna reticencia, alguna queja, sobre todo de Manuel.
Pero a medida que las rampas se sucedían, la falta de oxígeno en sangre y las altas pulsaciones, silenciaron cualquier queja.
Todo aliento se reservaba para ascender las cumbres.
Cada gramo de energía se reservaba para el pedal.
Ni tan siquiera se escuchaban las voces, los chistes, los chismorreos.
Nada, silencio, jadeo, sufrimiento, sangre.
Y en el tramo final de la ruta, cuando estábamos de retorno a Esparta, es cuando se repartieron tortas a diestro y siniestro.
Primero fue la de Manuel, que trató de ocultarla en un gesto poco natural y menos convincente aún.
Ya era tarde para disimular, te habían pillado.
La suerte que fue una leve caída, sin mayores consecuencias físicas.
Sólo su vergüenza se vería marcada.
Después llegó la torta de Mosquito.
La primera con la 29”.
La primera por culpa del manillar estratosférico de medidas astronómicas, que decidió aliarse a una rama en un sendero revirado, estrecho y lleno de rocas.
El corcel de Mosquito se encabritó, lanzándolo por orejas, dejando sus piernas atrapadas entre el cuadro y el manillar.
Sobre todo fue su pierna derecha la que más golpe recibió, dejando al jinete durante unos minutos lamiéndose las heridas.
Tras unos pocos minutos, intentó retomar el pedaleo, con dolor, pero a medida que avanzaba por el follaje del bosque de noche, su dolor era más soportable.
Así pues, queda claro que el manillar será sacrificado en breve, por el bien del Rey.
Rutaca perfecta para una velada nocturna de 10, sólo empañada por la caída fea de Manuel y la bella torta de Mosquito.
En Capbrot de Rubió, donde se ponía fin a las rampas más exigentes del día...
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Rutón...
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