Día de descubrimientos.
Día de alegrías.
Día de emociones.
Y es que no todos los días se cabalgan 43km de caminos 100% nuevos.
Monté en una yegua vieja con más años que Matusalen.
Una COLUER SPHERA.
A la pobre tuve que hacerle la manicura, la pedicura, un lifting, un lavado completo, una desinfección, una puesta a punto, el día de antes.
Y es que llevaba años y años sin salir a cabalgar.
Logré dejarla en condiciones semi-aceptables para sacarla al día siguiente.
Y al final no me defraudó, ni la yegua, ni los nuevos descubrimientos de la zona visitada.
Lo bueno de estos parajes es que estás continuamente rodeando, cruzando, bordeando ríos, lagos y canales de regadío.
Además de recorrer cientos de miles de millones de kilómetros cuadrados de frutales de la zona.
Otro tema a destacar es el casi nulo desnivel de la zona reconocida, lo que invita a gozar aún más si cabe.
A la yegua se le pueden achacar un par o tres de problemas derivados de la edad.
Por un lado el amortiguador deja mucho que desear, ya que creo que es de elastómeros, lo que no le da un tacto muy adecuado.
Y a pesar de que el 90% de los terrenos recorridos eran planos y sin apenas rocas, baches, etc, el amortiguador dejaba que tu esqueleto percibiera más vibraciones de las deseadas.
Por otro lado posee 3 platos, de los que sólo funcionan 2 por algún problema mecánico que no quise analizar, vaya a ser que la liara y me quedara sin tan siquiera salir a pasear.
Eso hizo que dejara el plato pequeño en el dique seco, total, el desnivel de esta zona invita a no poner nunca dicho plato.
Lo otro que no me convenció son los cuernos que tiene montados, asemejando más la yegua a un toro de miura que a un purasangre.
En resumen, salida que me llenó el corazón de sabia nueva al reconocer nuevas tierras totalmente desconocidas para este menda.
La ruta y el perfil...
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Descubriendo.
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