Como hace 9 meses, hoy recuperamos una ruta dura a la Antena de Pallejà.
Esta vez, acompañando a la tribu asalvajada de los BICIA2.
Vicente, con trabajos de última hora en su Palacio, no podía acompañarme.
Así que me lío la manta a la cabeza y me lanzo con estos degenarados.
Pensaba que estaría físicamente débil, para afrontar esta dura gesta, pero los kilómetros me acabarían convenciendo de lo contrario.
Las primeras ramponas desde Martorell ya nos colocaron el corazón en la boca a más de uno.
Y es que esta primera ascensión te hace entrar en calor sí o sí.
Rápido se vio que el Noi de Ponferrada se pone palote con este tipo de ascensiones.
El resto, cada uno a lo nuestro, chino chano.
Después de varias trialeras, rampas, rampitas y sendas, encontramos una posada en el camino que nos vino de perlas.
Aquí pudimos reponer fuerzas e hidratarnos.
Lo regentaba una simpática moza de hojos rajados.
Todos optamos por el cerdo ibérico loncheado sobre una hogaza de pan recién cocinado en horno de leña de castaño.
Todos excepto el Noi de Ponferrada.
Éste individuo sin domesticar decidió meterse unas lonchas de panceta de jabalí ibérico.
Después de gozar con las viandas tocaba volver al tajo.
Quedaba subir de nuevo bastantes metros hasta alcanzar la antena.
Pero aún teníamos un escollo en el camino.
Un persa con malas pulgas tapió la senda por la que toda la vida hemos traginado los mercaderes.
Una noche tendremos que pegarle fuego a su ganado y a sus tierras, y esclavizar a toda su gente.
No sabe con quien se la está jugando.
Así que nos tocó tirar de ingenio y guiarnos entre el espeso follaje y los astros del cielo para retomar la senda a la antena.
Después, el éxtasis, remojón de pescuezos y pa Esparta, que nuestras doncellas nos esperan para lavar los platos.
En la posada de la china Kudeira...
Las vistas desde la antena de Pallejà...
En la antena de Pallejà...
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Rutaca...
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