De nuevo ascendemos a la Antena que todo lo ve.
3 años hace ya de la última ascensión, 30-10-2017, el tiempo pasa volando.
Para nada la he subido la mitad de bien que lo hiciera allá por 2017.
Hoy 6 pies a tierra, 1 en la zona inicial de las rampas con mucha piedra suelta, y el resto en los meandros que ascienden hasta la antena.
El fallo inicial me ha hecho bajar la presión de los 2 neumáticos si quería no estar continuamente parando por falta de tracción.
El resto de paradas, por temas de técnica, acompañada de la elevadísima pendiente, que penaliza con pie a tierra cualquier error de trazada.
Y es que cuando llevas todo el desarrollo puesto durante tantos minutos, el esfuerzo es tan alto, cualquier mínimo error te desmonta del corcel.
He tenido que quitarme las gafas, por empañarse, en más de la mitad de la ascensión, lo que también ha dificultado mi visión de la trazada más correcta.
Y es que el Rey de Esparta ve menos que un gato yeso cuando se quita las gafas.
Pero era mejor ir sin gafas, que con ellas totalmente empañadas.
Eso demuestra la elevada temperatura corporal que se coge cuando uno se enfrenta a semejante reto.
Lo positivo de todo es que he llegado a la cumbre pedaleando todo el recorrido, pese a los 6 pies a tierra.
Lo negativo es que hoy no era el día indicado, quizás.
Pero sin duda, no me extraña que hayan pasado ya 3 años desde la última ascensión, la dureza es tan alta, que se le quitan las ganas de repetir para una larga temporada.
Aunque alguno somos masocas, y seguro que en breve repito.
Otro percance del día es repetitivo, y es la falta de tacto del freno trasero, que debe de tener una burbuja que impide que éste haga su trabajo.
Eso obliga a Mosquito a purgar continuamente el freno para tener algo de freno en la parte trasera.
Y en rampas de bajada como las de hoy, el freno trasero es importantísimo.
1 Reacciones:
Tremendamente duro.
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