Este domingo había cambio de hora.
Así que Mosquito se cercioró el día anterior de que todo el mundo estuviera pendiente.
Y así fue.
Todos se despertaron a la hora señalada.
Bueno, todos todos, tampoco.
Mosquito, por un error cuántico sin explicación alguna, se despertó para salir una hora más tarde.
Nunca sabremos porqué sucedió aquello.
No obstante, un Rey es un ser superior.
A un ser superior se le perdona todo y él perdona a su tropa por su propio error.
Además consiguió tener a Vicente y Casky bien temprano cascando de temas políticos.
Y eso es muy positivo para el Reino de Esparta.
Tras este pequeño incidente sin mayor imporetancia (Mosquito sólo se retrasó 35 minutos), partimos a la aventura.
Mosquito ya partió con pie girado, y no sólo se presentó tarde a la cita, sino que también amaneció con un leve dolor de cabeza.
Su EPIC tenía para este gran día un reto importante, portarse dignamente tras la operación de basculante y cable de cambio delantero.
Mientras, las envidiosas monturas de Casky y Vicente, KTM y Mondraker, se miraban a EPIC por encima del hombro, sabedoras de su juventud.
A medida que pasaban los kilómetros, el dolor de cabeza de Mosquito iba en aumento.
Vicente y Mosquito, en una treta sin igual, trataron de dar portazo a Casky y perderlo en los montes de Montserrat.
Pero no hubo suerte, Casky nos localizó por el olor a Choto Viejo.
Y es que es muy difícil despistar al hombre solitario Casky, que posee un olfato muy agudo.
Dicen que es capaz de detectar a una hembra fértil a 10 yardas a la redonda.
Impresionante, yo no la detectaría ni aunque se me pusiera delante en pelota picada.
A pesar de los pesares, completamos la ruta sin más contratiempos.
Incluso el ritmo salió extrañamente elevado.
No sé si porque estamos muy fuertes, o porque teníamos unas ganas locas de perder a Casky de vista.
En Santa Cecilia, donde paramos a tomar un gel y unas barritas...
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Rutón.
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