Hoy era un día de esos en los que salir casi está descartado.
Iba a llover y tenía que estar muy pronto en casa.
Y todo hacía presagiar que me quedaría sin salida.
Cuando me sonó el despertador, no escuché la lluvia fuera.
Pero mi mente me decía: -sigue durmiendo, sigue durmiendo.
No le hice ni caso a mi mente ni al despertador.
30 minutos después de sonar la alarma decido levantarme y asomarme a ver que tal fuera.
Las calles mojadas, nubes muy cerradas sobre el cielo.
Vamos, que tenía la palaba: -No salir- escrita en la frente.
Pero pese a todos los factores en contra mia, me decido a salir.
Y salgo decidido.
3 P,s es mi decisión.
Camino de la primera P, comienza a caer una lluvia muy muy ligera, pero constante sobre mí.
No me cala, sólo moja mi corcel, mi casco y mis gafas.
Pero no me impide continuar hacia la primera P.
Eso sí, me da que pensar en hacer una P y retornar.
Pero ya arriba, en la primera P, sin tiempo a tener dilemas internos en cuanto a si seguir o volver, dejo que mis piernas continúen el camino hacia la segunda P.
Así que, unos escasos segundos después de mi dilema mental, éste ya era pasado.
De esta forma concluyo la segunda y la tercera P.
Menos mal, porque eso al final me da mucha moral.
De haberme dado la vuelta, o de haberme quedado en casa, ahora tendría un arrepentimiento absoluto.
Es aquí donde se define quién puede ser un Rey o un simple mortal.
La ruta y el perfil...
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Durillo.
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