Hoy, después de abortar la semana anterior, decido acometer la aventura a Navarcles.
Aventura a realizar sin escalas, sin paradas, sin almuerzo.
Y completo la ruta a una buena media e incluso metiendo más desnivel en la parte final, cambiando el rumbo de entrada en Esparta.
Pero había algo que no había tenido en cuenta y que a la postre me causaría problemas.
La noche anterior no hice una cena digna, más bien casi ni cené.
Hoy el desayuno ha sido muy minimalista, casi nada.
Y mi almuerzo en ruta 2 geles, unas nueces, pasas y agua no han sido suficiente.
Así que cuando retornaba a Esparta vi como mis piernas se quejaban.
Y no estoy acostumbrado en los últimos tiempos a padecer en mis rutas.
Además, desde que el bueno de Vicentón está parado, mis rutas de fin de semana tienen menos carga de kilómetros.
Y claro, todo suma o todo resta.
El caso es que a la altura de Vacarisas, ya estaba rezando a todos los Dioses del Olympo que la ruta se acabara.
Mis piernas no estaban para mucho más.
La ruta y el perfil...
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Rutón.
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