EL ÚLTIMO BAILE

No va a haber despedidas; no te diré adiós porque en realidad siempre estarás con nosotros. No diré nada de la bella Méndiz, porque sus hechos han hablado por ella durante eónes. No diré que batalló como las más grandes en el campo de batalla; ni diré que dejó hasta su último aliento por defender a su amo y a su tierra; tampoco diré como desde basallos hasta reyes giraban la cabeza a su paso para contemplarla mejor. Quizás no fuera la más fuerte, ni la más rápida, ni si quiera la más ágil, pero seguro que ha sido la más bella entre las bellas. Y ahora, después de concederle un último baile a Truji, parte a su última guardia. A servir en la guardia de la noche en el norte, defendiendo el muro. Pero no ha sido desterrada; ella misma ha elegido su destino, conocedora de que debe dejar sitio a las nuevas generaciones. Y este ha sido su juramento:

“—Escuchad mis palabras, sed testigos de mi juramento:

La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposa, no poseeré tierras, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada en la oscuridad. Soy la vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres.

Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que estén por venir.”

El último baile