Hoy, salida con la única intención de hacer unos pocos kilómetros de río, y lavar a mi potro salvaje.
Pero lo que son las cosas.
Este podenco, de paso firme, andares seguros, pisada viril, tenía ganas de volar sobre las arenas del rio grande.
Así que me fui dejando llevar por su galope sin igual.
Cuando me dí cuenta llevábamos 30 kilómetros en 1 hora y 12 minutos.
Sin duda, ni mi preciado y laureado corcel dorado EPIC había conseguido nunca semejante registro.
Pero ojo, que los Dioses me tenían reservada una gran sorpresa.
Faltaban otros 30 kilómetros para retornar a Palacio cuando Eolo, Dios del Viento, haría acto de presencia.
Sus rachas de viento en mi contra no permitirían a mi corcel elevar la velocidad.
Además eso hizo mella en mi cuerpo 10, que poco a poco, a base de luchar contra Eolo, se iba desgastando.
Ya en Esparta, lavado de LYNKS y para el castillo, a reposar.
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Mucho viento.
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