Salida pensada, dirigida y abordada por Vicente.
Él es quién decidió que se hacía hoy.
Él es quién asumiría el mando en todo momento.
Él es quién pagaría las viandas.
Sin duda, rutón para enmarcar.
3 años hacía que Vicente no lo visitaba.
5 años hacía desde la última vez que Mosquito fue.
Nos lo hemos tomado con calma, sin prisa, sin apretarnos.
Y cuando nos hemos dado cuenta, ya habíamos llegado.
Sin duda se nos ha hecho un trayecto muy tranquilo, sin sufrimiento.
El ritmo que hemos mantenido, siempre parejo, nos ha llevado en volandas hasta el objetivo final.
Los corceles se han portado de maravilla.
Ni Mondraker, ni Lynks, habían estado aquí nunca.
No sabíamos como responderían ante semejante reto.
Pero lo han hecho de forma ejemplar.
En el Llac Petit, 5 años después...
En una posada del camino saciamos nuestras necesidades primarias...
Y fueron cayendo los chupitos. Primero el primero, el que escenifica el fin del ágape...
Después el segundo, por cortesía de Vicente, que necesitaba gasolina para volver...
Después el tercero, por cortesía de la posadera, que creyó necesario motivarnos para que regresemos otro día...
Ya en el Palacio de Vicente, nos endiñamos otra cervecita. Además salió a conocerme Coco, un perro de presa catalogado de Muy Peligroso por las autoridades del lugar...
Coco, que tiene más pelo amontonao que Vicente y yo juntos, necesita un peluquero con urgencia. En esta imagen está atento a su entorno, preparado para saltar a la yugular en cuanto alguien cometa un paso en falso...
Finalmente, sin darme cuenta, me paseé por delante del feroz can, que pronto me echó el ojo...
Para finalmente atacarme directamente a la cabeza, ante la atenta mirada de su amo, que nada puede hacer en momentos de tan violencia extrema...
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Rutón.
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